De su vida...

Es ahí, cuando él muestra sus pensamientos en trozos de papel y los enseña al mundo sin la típica timidez que lo identifica.
Es ahí, que ella sonríe sin disimulo dejándose al descubierto otra vez... para él.
No se ven... no besa su frente ni toca su barbilla.
Mas llegará inminentemente el momento sin aquella despedida.

Sube la mirada y él se acerca lentamente.
«Me está mirando. Estaré bien? Estaré peinada? Qué hago?»
Avanza hacia ella mientras le sonríe.
Su respiración se acelera... está pasando al fin.
Toma su cara con las dos manos.
Ella tiembla.
Cierra los ojos...
«Señorita, es su turno»
«Ah... gracias, me perdí un momento»

Se preparó como nunca.
Horas delante del espejo hasta quedar satisfecha.
Ya cuando estaba lista salió y llegó justo a tiempo.
Quería que esté todo perfecto.
Una vez ahí fue donde la recepcionista.
«Disculpe, tengo una reservación... sí, una mesa para una persona»

Es preocupante cómo pasa el tiempo y ella sin hacer nada productivo.
De repente se vio a mitad de mayo con una canasta vacía y perdida en el camino.
«Pensaba llegar con algo para todos»
Al girar se encontró con todo lo que había reunido botado en el suelo.
Su canasta tenía un agujero en el medio y de nada sirvió tanto esfuerzo.
«Doy media vuelta y trato de recuperar lo perdido? tapo el agujero y sigo adelante por lo desconocido?»

No es que se contradiga.
Sólo se deja llevar.

Porque éste señor le contagió la felicidad, ja!
Decidió pensar que la vida no apesta tanto después de todo.
Aunque todavía no tiene un rumbo definido y lo propuesto ni siquiera va en camino... si otros pueden luchar por los ideales, por qué no ella?
Así que gente, mejor cronometremos, éstos ataques de felicidad nunca duran demasiado.

«Debes estar preparada a éste punto»
Cómo decirte...
Al final el humor es lo último que uno debería perder.
Planchar? No gracias, odia planchar.