De su vida...

viernes, julio 29, 2005

Cada ocho horas, las pastillas le recuerdan su malestar.
Las visitas rápidas de doctores la tienen al tanto de su condición.
No tiene otra alternativa.
La inyectan, analizan, recetan y se va un día más.

«Odio estar enferma, he dicho.»

1:15 p.m.